La ciudad y sus tiempos
Maracaibo en cuatro tiempos
De los señores de la Laguna a la aldea hispana (I)
No hay huellas que hayan marcado la historia definitiva de los orígenes de Maracaibo. Ni un solo registro de la ubicación exacta de los primeros poblados en ninguna de sus tres fundaciones. Ni una seña de los ritos fundacionales que solían enterrar su nombre –secreto y verdadero- en el lugar de la querencia. Quizás esa es la razón de que aparezca como una aldea peregrina, que desentierra sus raíces y quema sus ramas, sin haber germinado un aliento vital que la sustente.
Sus tres poblamientos tienen un factor en común: la presencia de un atracadero que es puntal en la relación histórica de la ciudad. De hecho, la define: Maracaibo es un puerto. Condición ésta que, para esos lejanos tiempos, facilitaba las labores de penetración y exploración del territorio, primero hacia el oeste y después hacia el sur de la cuenca.
Por esta razón los historiadores estiman que “estas primitivas instalaciones portuarias debieron estar ubicadas en algún lugar adyacente, sobre la laja del perfil costanero, comprendido entre el sector Cotorrera en el noreste, y la boca del caño El Manglar en el suroeste, pasando por el promontorio oriental en forma de lengua, conocido después como punta Arrieta”.
Para 1529, la zona costera que ocupa Maracaibo era un paisaje poblado de casas sembradas sobre las aguas y ocupadas por colonias de nativos que se consideraban y actuaban como los señores de Laguna, emponderados de su heredad y de su fuerza. Tal como la visión que tuvo Alonso de Ojeda en su primer encuentro con el Lago de Coquivacoa, treinta años antes.
En realidad, sobre estas orillas del Lago entretejían sus vidas dos sociedades: los pueblos de tierra en apacible sobrevivencia ligada a la naturaleza que sembraban, explotaban la sal, recolectaban frutas y conchas marinas, cazaban y criaban. Y los pueblos de agua, de los señores de la Laguna dominadores del territorio, con control de acceso y tránsito del Lago, pescadores, comerciantes de la comarca. Y aguerridos guerreros.
A primera vista, el asentamiento de Ambrosio Alfinger en tierra firme lució como un campamento militar. Una estructura concebida para defensa de la ferocidad de los indígenas, hábiles guerreros; particularmente en las aguas en las se enseñoreaban navegantes y nadadores. Ocupaban la ranchería un centro de acopio y almacenamiento de alimentos para el abastecimiento, directamente relacionado al atracadero; un espacio para el culto religioso y un sitio de soporte y atención médica para los residentes y soldados. Más allá, en un aparte, un caserío sobre los solares cedidos a los conquistadores para sus ranchos.
Al igual que los futuros asentamientos, este de Alfinger se levantó sobre la planicie que se desprende desde la línea costanera: “…en una laja y riscos existentes en la laguna de Maracaibo…” Datos que se derivan de relatos y memorias de los viajeros en los siglos XVI y XVII, usados “ante la inexistencia de una planimetría exacta de este período, y de una reglamentación urbanística”. Además de las dudas sobre el lugar exacto de asentamiento de la fundación.
En la reconstrucción histórica del siglo XVIII, juega un papel importante las descripciones del Obispo Martí, quien visitó la ciudad y la Provincia entre 1774 y 1775, y presenta un registro detallado tanto de los empadronamientos, como de aquellas edificaciones religiosas o dependientes de la Iglesia, único documento que existe del aspecto de las mismas en el siglo XVIII
Se sabe, por ejemplo, que los europeos utilizaron los asentamientos indígenas ya establecidos como base de operaciones en sus incursiones al territorio, particularmente los palafitos ubicados en las desembocaduras de los caños El Manglar y Brasil. Y que se relacionaron con algunos caseríos de tierra, muy cercanos al caño de El Manglar en planicies donde se cultivaba la sal.
Los atropellos de Alfinger suscitaron violentas reacciones de los indígenas, lo que motivó un temprano despoblamiento. Pero, a pesar de su breve permanencia en el contexto lacustre, el Adelantado alemán logró establecer en la ranchería el primer Cabildo, legitimándolo en su condición de ciudad. Esta fundación no dejó rastros visibles ni en tierra ni en el agua.
Quizás porque Alonso Pacheco ya había vivido la experiencia, este nuevo intento de establecer un poblado en esta zona se realizó bajo un prisma mucho más concreto, que tenía como meta final reinar sobre el vasto potencial del Lago y sus infinitos cauces para apertrecharse y fijar contactos con las costas, De manera que cuando Pacheco se establece en esta orilla occidental del Coquivacoa se propone como primera gestión la pacificación de los grupos nativos, Y con ese propósito funda la Nueva Ciudad Rodrigo de la Laguna de Maracaibo. Pero, apenas cinco años después, se declara en retirada y abandona la alea.
Pacheco se había establecido en la misma sabana costera, pero hacia el norte, en el sector de Cotorrera, posiblemente con similar criterio al de Alfínger, aprovechando los asentamientos indígenas, tanto de agua como de tierra, como punto de partida para la fundación del nuevo poblado de cristianos bautizado como la Nueva Ciudad Rodrigo de la Laguna de Maracaibo. Esta segunda fundación pudo haberse efectuado en la desembocadura de la cañada Nueva, u otra existente en las proximidades, teniendo como referencia, otra área de salinas en el sector. En este nuevo asentamiento se presentaron graves problemas con la resistencia indígena, debido al resentimiento que derivó de los atropellos de Alfínger. Pero por otro lado ya se habían hecho conocedores de costumbres, mañas y técnicas de los europeos. Esta fundación no dejó rastros visibles ni en tierra ni en el agua.
Será Pedro Maldonado, acompañante de Pacheco en la expedición anterior, quien en 1574 es comisionado para repoblar la zona costera de occidente. La iniciativa parte de Trujillo y revela el conocimiento que se tenía de la estratégica ubicación de la Maracaibo puerto de hoy.
Maldonado funda Nueva Zamora con respeto al reparto de encomiendas de Pacheco y, en consecuencia, convoca a los sobrevivientes de la expedición que le precedió.
Este nuevo poblado desde un principio fue concebido como puerto, lo que reforzaba su condición como asentamiento de ‘paso’. Y es que, ubicada como está, en una zona donde la costa es uniforme, la bahía de Maracaibo es el único lugar en la época con características de puerto natural.
Las tres ubicaciones se encuentran señaladas en el mapa del Lago de Maracaibo del año 1579, editado por el Cabildo de Maracaibo presidido por Rodrigo de Argüelles y Gaspar de Párraga, recopilado por el Hno. Nectario María, del Archivo de la Real Academia de la Historia. Madrid. Como particularidades de este mapa destaca el Hno. Nectario María (1973) lo siguiente: “Tiene señalados todos los ríos afluentes del Lago y los pueblos de indios en sus orillas, marcados por un pequeño círculo, lo mismo que las islas…”
Suponemos que estos dos tipos de asentamientos, fueron utilizados por los europeos, en primer lugar por Alfínger, para establecerlos como base de operaciones, para apoyo de sus incursiones al oeste del territorio. De esta manera aprovechan los palafitos situados en las desembocaduras de los caños el Manglar y Brasil, relacionándolos directamente con un poblado indígena de tierra, ubicado en las cercanías del actual Saladillo, en donde se explotaba un yacimiento de sal (salina pobre) o en las alturas cercanas al caño del Manglar, donde hoy Procesos Históricos.
Fuentes:
Artículo arbitrado. ISSN 1690-4818. Año 6, Nº 12. Segundo Semestre 2007. Nereida Petit Eduardo Pineda y Elisa Quijano: La Maracaibo hispana. Fundación y expansión de una ciudad-puerto. Venezuela, siglos XVI-XVIII. 197-219 201 ubicamos a la iglesia Cristo de Aranza, concluida en el 1555, según documentos desenterrados bajo su altar mayor..
La Maracaibo hispana. Fundación y expansión de una ciudad-puerto. Venezuela, siglos XVI-XVIII. Nereida Petit [nere@cantv.net] Eduardo Pineda [eppve@hotmail.com] Elisa Quijano [elisamq@cantv.net] La Universidad del Zulia. Facultad de Arquitectura y Diseño. Maracaibo-Venezuela.