La urbe de hoy

Conjunto de crónicas sobre las riquezas patrimoniales, naturales y culturales de Maracaibo.

Plaza Baralt

La estatua del grande humanista zuliano Rafael María Baralt preside desde 1888 este espacio urbano que por siglos le fue latido a Maracaibo. Inicialmente conocido como la Plazuela del Convento, se levantó sobre permanentes siegas. Antes, el marullo del Lago lamía la puerta de agua del Convento, morada de la Orden de los Franciscanos. Fue el centro comercial de la ciudad por años. Y a su vera se levantaron los edificios más modernos de otros tiempos, como la Botica Nueva, Mac Gregor y TitoAbbo. Crecieron también en su entorno sobresalientes sitios recreacionales, como La Zulianita y el Club del Comercio, inicialmente integrado por comerciantes alemanes.

Maracaibo tiene su corazón en esta emblemática plaza, por ser el epicentro de su actividad comercial y empresarial, siendo anteriormente un corredor desde su puerto de las mercaderías y demás productos que pasaban por su aduana a nuestra ciudad como a otros lugares del Mundo entre los puertos de Europa y EEUU, estableciéndose importantes sociedades mercantiles alemanas, inglesas, holandesas, belgas, estadounidenses que dinamizó nuestra economía y el progreso de nuestra región respecto del resto del país

En su entorno, se levantan dos edificaciones declaradas monumento macopmañ. Como son el ya mencionado convento de San Francisco y el antiguo mercado municipal, actual Centro de Arte Lía Bermúdez. Aparte de doce edificios de valor histórico con ascensor de cuatro pisos. El edificio de la Botica Nueva con una altura de 20 m, un área de 525 m²

Como hemos dicho, el templo del Convento (donde nació la Universidad del Zulia), la Botica Nueva que asombró a los marabinos como el primer rascacielos de la ciudad, la estatua de bronce de escritor Rafael María Baralt, el lujoso Hotel Victoria, los edificios McGregor, Tito Abbo, Beco, la terraza del Club del Comercio y Concordia, el Registro Público, el primer Colegio de Abogados, el antiguo mercado municipal (hoy Museo Lía Bermúdez) y el Castillo de las Telas (primera sede de tiendas Fin de Siglo), son solo algunas de las localidades que confluyen en la explanada de granito que durante los años 1600 fue una calle de tierra, ruta del tranvía a principios de siglo y una agitada arteria vial en los 50’s y 60’s.

Originalmente, a este sitio se le conoció como Plazuela de El Convento, luego Plaza de la Convención y Plaza de la Conversación. Fue el lugar que vio a un hombre ascender por primera vez a los cielos a bordo de un globo aerostático y donde la gente acudía para enterarse de las noticias e intercambiar opiniones antes de que existieran las redes sociales. Era el ágora marabina.

La primera piedra para el monumento de Rafael María Baralt, se colocó en 1883. La plaza Baralt fue el corazón del antiguo Maracaibo, todos coincidían allá para conversar y comentar las noticias escritas en una pizarra pública que allá existía o simplemente para participar en los más inesperados acontecimientos. Igualmente, se cantaban los premios de la Lotería

Los atlantes estructuras de mármol de más 2500 Kg Corría el año de 1923 cuando en Venezuela y específicamente en Maracaibo se hacía famoso el occidente del país por la explotación del petróleo por las diferentes empresas trasnacionales que ocupaban nuestro territorio. Por lo cual en pleno auge de prosperidad y desarrollo los hermanos Manuel y Samuel Belloso pertenecientes a una de las familias más importante de la región decidieron demoler una antigua casa del General de la independencia Rafael Urdaneta para construir un edificio moderno para la época, considerándolo el primer rascacielos de la Venezuela. Sí aunque pocos lo crean una estructura de 4 pisos era considerada un rascacielos bautizando a este como la Botica Nueva, que funcionaba como una farmacia en la ciudad. Además de ser el primer edificio en el país en poseer ascensores, y adornadas en su fachada por 2 grandes atlantes de mármol traídos desde Italia. El edificio fue inaugurado el 21 de junio de 1925 causando un gran asombro para los ciudadanos de la época.

Durante muchos años se realizó el paseo inaugural de las fiestas de Carnaval y también los actos conmemorativos al centenario del 19 de abril de 1810. Asimismo, los maracuchos disfrutaron del acto innovador de la ascensión de un hombre al espacio en un globo aerostático, cuyo combustible era aire caliente, proveniente de una estufa de material de alfarería construida en el suelo.

Afectada por Basado en el reciente decreto presidencial Nº 373, publicado en Gaceta Oficial Nº 40.246, del 09/09/2013, donde se declara Zona de Interés Turístico Nacional el casco central de la ciudad de Maracaibo,

Litografía de finales del siglo XIX de la Plaza de San Francisco, así llamada por el Convento e Iglesia de Frailes Franciscanos.
quienes se establecieron en Maracaibo por los años del 1600. La entonces humilde capilla y el convento tenían una ubicación privilegiada, pues la orilla del lago llegaba a sus puertas, (antes del relleno), a través de la cual los frailes obtenían su abastecimiento de agua y se desplazaban por toda la cuenca del lago a otras poblaciones en su labor evangelizadora.

Escudo de armas de Maracaibo

El escudo de armas de Maracaibo tiene su origen en la real cédula de Felipe IV, fechada en Madrid el 20 de junio de 1634, donde otorga a la ciudad de la Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, un escudo de armas para que lo pusiese en su Cabildo, formado por dos columnas y un navío en medio. En Cádiz, el 21 de marzo de 1813, las Cortes Generales y Extraordinarias le concedieron a Maracaibo el título de Muy Noble y Leal, para añadir a su blasón, por petición de su diputado a cortes don José Domingo Rus Ortega de Azarraullia, por su fidelidad.

El 9 de enero de 1965, el Concejo Municipal del distrito Maracaibo acordó readoptar como escudo de armas de la ciudad de Maracaibo, el que le fue conferido por el rey de España Don Felipe IV, según real cédula fechada en Madrid el 20 de junio de 1634, con adición de la frase Muy Noble y Leal que le acordaron las Cortes Generales del Reino, reunidas en Cádiz el 21 de marzo de 1813 y la cifra 1965, indicativa del año en que se readoptó.

Asimismo se decretó su ordenanza y el cronista de la ciudad Fernando Guerrero Matheus fue comisionado para recopilar y publicar un folleto sobre cuanto se relacionase con el blasón, todo ello por el entonces presidente del Concejo Manuel Méndez Fuenmayor y Felipe Hernández fue el orador de orden, el 24 de agosto de 1965, en el acto de readopción del escudo de armas de la ciudad de Maracaibo, con su discurso Prez y Blasón de Maracaibo.

Durante el inicio de la gestión del alcalde de Maracaibo, Willy Casanova (2017-2021), dejó de utilizarse el escudo de armas de Maracaibo en su papelería, publicidad institucional y demás, en su política de descolonización de la historia. Posteriormente, el cronista de la ciudad designado ilegítimamente, dirigió una carta abierta al presidente y demás integrantes de la Cámara Municipal de Maracaibo, fechada 16 de febrero de 2020, solicitando la derogación de los instrumentos legales que avalan el uso del denominado “Escudo de Maracaibo”, con su respectiva justificación, y además pidió se abra un proceso de consulta ciudadana por la descolonización de la cultura y la historia, designando una comisión especial para tales efectos. Esto ocasionó de inmediato la reacción de las instituciones y personalidades vinculadas con la historia del estado Zulia.

Tomado del Diccionario general del Zulia (2018), segunda edición, de Jesús Ángel Semprún Parra y Luis Guillermo Hernández. Maracaibo: Sultana del Lago Editores / Amazon (4 volúmenes)

Cristo de Aranza, la ermita ancestral

La Ermita de la Consolación, hoy del Santo Cristo de Aranza, se ubica en un sector conocido en otros tiempos como La Ranchería, ubicado entre Los Haticos y La Arreaga. Según documentos de otras épocas, fue edificada en 1535, durante la época de la colonia. Debido a su valor histórico, el templo fue declarado Patrimonio Nacional en 1960. 

Su construcción inicial era efímera, una especie de oratorio de paja y palmera. Posteriormente, y sustentándose en los indígenas que formaban parte de una misión, fue reconstruida  con materiales de mayor durabilidad y en base al estilo propio de la época en regiones de España y zonas vecinas.

La primera teoría sobre la fecha y los fines de la construcción del templo, fue la del investigador Agustín Pérez Piñango, quien encontró en el piso de la iglesia, debajo de las losas de arcilla, en un arcón de madera, un documento de la época de la conquista, que forma parte de un volumen de 422 páginas, escrito en latín y fue traducido en 1937 por el padre Teolindo Vale. 

El hallazgo evidenció  que, desde 1535, existía en el lugar un espacio dedicado a la fe. Parte del documento dice: “Hoy, del año 1533 de nuestro Señor, llevamos cuatro años de comienzo de construir adyacente al oratorio de paja y palmeras…” La iglesia recibe su nombre por la imagen del Cristo de Aranza, el cual procede de la región de Aranzazú, en la nación vasca, y se le conoce como Cristo de los Espinos, porque Aranza en latín significa espina. Esta imagen forma parte de los tesoros de la iglesia. Para 1634, se le conocía como la ermita de la Consolación de los frailes Agostinos. 

En 1813, fue restaurada por don José Díaz Varela. Durante la guerra de independencia sirvió de depósito de armas y uniformes. A finales del siglo XIX, varias familias rellenaron los acantilados frente al lago de Maracaibo y construyeron villas y pequeños hatos ganaderos por lo que la zona donde está ubicada esta Iglesia recibió el nombre de Los Haticos. 

La capilla fue construida por los conquistadores en un terreno de las adyacencias, propiedad de la familia Guruceaga, que albergó en su pequeño altar un crucifijo que era transportado en un galeón, pero que naufragó en el Lago. Se supone que es la primera iglesia de Maracaibo. Está situada en el altozano del Callejón Upaca en Los Haticos. En sus paredes se encuentran tumbas muy antiguas. Entre ellas, la de la familia Guruceaga, cuyos miembros todos fallecieron en la última mitad del siglo XIX; además de la tumba de Fray Maximiano de Finestra, enterrado en 1884, quien fue pastor de la iglesia. 

Sin duda se edificó una ermita en el referido año, pero se ha sostenido que desapareció con el tiempo. El historiador Kurt Nágel realizó una investigación en el Registro Principal de Maracaibo y se encontró con una serie de documentos, que evidencian la construcción a principios del siglo XIX de la actual Capilla de Cristo de Aranza. 

La ermita antigua existía y estaba dentro de los predios del Hato “Mirasol” que fue adquirido años después (hato y ermita) a finales del siglo XVIII por José Díaz-Varela, Procurador del Rey y uno de los funcionarios más ricos de la región. Puesto que lo heredó un hijo sacerdote, convirtió la ermita en iglesia. La construcción actual de la Iglesia de Cristo de Aranza es de 1818. 

Al cumplirse la voluntad testamentaria de José Días-Varela, tanto el templo como el hato quedaron en manos de su hija Rafaela Días-Varela y Hevia, que estaba casada con el primer miembro de la familia Guruceaga que llegó a Maracaibo. El otro hijo, Francisco Días-Varela y Hevia, casó con María Luisa Rodríguez de Cárdenes y Lossada, según documentos hallados por el Nágel. 

La edificación muestra los valores de la arquitectura colonial venezolana. Consta de trescientos metros de construcción aproximadamente. La planta, de una sola nave, tiene forma rectangular y muy alta, en cuyo interior destaca el techo de estilo mudéjar y el coro. Los techos son a una y dos aguas. Fue restaurada en 1968 y posteriormente, se han realizado otras refacciones.

Hoy se levanta como atalaya eterna de la ciudad con muchos de sus secretos escondidos entre sus paredes de cal y canto. Como su heredad colonial.

He aquí parte del texto del manuscrito en latín hallado enterrado en los pisos del reverenciado templo marabino de Cristo de Aranza, tomado del investigador Antonio Gomez Espinoza:

“Y salimos con la cruz en forma y de la misma manera de la del sagrario de Coro. Muchos indios de la fe cristiana no acompañaban y hacían entendernos con otros del camino, que no eran muchos ni mal intencionados. 

Lugares había de peligro en el monte bajo, nos decían que era Maracaibo, es decir, en su lengua, muchos reptiles de sonajera. 

Al fin llegamos a la laguna, los indígenas nuestros exclamaron –Paarauapara- indicándonos que también era peligroso como en las tierras atrás y otros lugares con abundantes ciénagas y también junto al lago muchos lugares que decía era Maracaibo.

Después de armadas las cunaguas pasamos las aguas, muy picadas y fuimos en peligro de zozobrar, pero al fin observamos una amplia ensenada con aguas tranquilas donde saltamos a tierra. 

Allí se besó y se bendijo la nueva tierra cristiana y de misma se clavó el madero en cruz de la fe y gloria de nuestros Reyes católicos. Todo en gracia de Dios por la suerte de habernos dado un almo más de conquista a nuestro señor Jesucristo.
Muchos indios curiosos había en el lugar, nuestros indios se entendieron en sus lenguas de las suyas y no se opusieron y se fueron mansos, pero tres noches después, grupos sueltos nos atacaban con flechas, pero muy lejos, notamos que huían cuando encendíamos fuego en llamaradas. Las flechas las que aquí guardo son un recuerdo para enviar a su majestad nuestra reina. 

Días después nos encantó oír una flauta de pan tocada por un músico que decía ser de tierra de Peeriia, esta flauta después de algún tiempo por razón de su sonido imitativo de nuestra gaita extremeña, o flauta de pico, la llamamos Gaita de Peeriia, ella de aquella vez nos regalaron la sonamos con nuestra música y agradó, la que adjunto también como recuerdo. 

Pasaron los días unos felices, otros en busca de acomodo y otros de mejor atención por las flechas que lanzaban y huían por temor a nuestras lanzas. Levantamos techos de paja y palmeras provisionales para oficios de nuestra fe cristiana. También se hicieron subterráneos secretos para ocultar pertenencias de nuestra sagrada reverencia a la misa y otras de planos de futuras avanzadas.
Años después, más claro el asiento, la familia Arriaga levantó para formación agrícola y fertilizar fundos de pequeños hatos familiares con más de cien, entre indios nuestros, nativos y cristianos. 

Hoy del año 1555 de nuestro Señor, llevamos cuatro años del comienzo de construir adyacente al oratorio de paja y palmeras, la iglesia en firme Madre de Cristo de Aranza para toda la ranchería que es esta de Arriaga, el Cañaote y la Cruz por la gracia y voluntad divina nos concedió nuestro Salvador, y que de estos lugares los indios de la zona también decían que era peligro Maracaibo.
Hoy, el templo ya en servicio de Dios, fue situado y levantado con vista libre en las alturas de la pequeña colina poco más o menos a distancia, hacia el sur del gran desagüe de lluvias que bajan de mayores alturas a caer al agua mayor donde se enclava la cruz de la conquista cristiana a nuestra llegada a tierra firme.
Este templo se levantó en alegría humana y fue obra de mano colectiva de hombres y mujeres, indios y cristianos, sin reparos a la gracia de Dios.
Hoy, ya viejo y agotado el físico, a vuecelencia, hermano Rebolledo de Gracia y de la Torre, oriundo de Praxi, os dejo esta misión de seguir sin desmayo, todo en paz y progreso por la gracia divina de nuestro señor Cristo.  

Salgo pronto en comunidad de muchos indios y cristianos a un poco más allá del sur cercano a nuestros aledaños, por mandato de su majestad la Reina, a la orgánica de nuevos techos para oficios de cristianos y algunos matrimonios ya cruzados.

Al párroco mayor encargado de esta misión, Fernando Matos Arraga, primo de Aricoechea, de la avanzada del aguerrido Ambrosio Alfinger enviado de Los Welsares por voluntad de Los Reyes Católicos de España”.  

Nota al margen: Publicada por José Reyes 

Una mujer fundó diario La Columna

Desde finales del siglo XIX, la iglesia católica del estado Zulia experimentaba un vacío informativo, pues no contaba con un medio de divulgación de sus actividades. Este hecho fue percibido a principios del siglo XX por la periodista Teresa López Bustamante, formada en los talleres del diario El Fonógrafo, quien propuso a la arquidiócesis la idea de crear su propio medio de información. Así nació bajo su dirección el periódico «El bien del Pueblo», creado por la periodista con el apoyo del presbítero Helímenaz Añez. Muy pronto el periódico cambiaría su nombre por el de diario La Columna y protagonizaría una larga trayectoria informativa en el Estado Zulia.